La inversión en I+D+i es uno de los pilares imprescindibles donde debe apoyarse el crecimiento económico. La investigación e innovación son vías fundamentales para mejorar la calidad de los productos y, de este modo, hacerlos más competitivos en un mercado global y cada vez más dinámico. Así lo afirmó Michael Porter: “la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar. Las empresas consiguen ventajas competitivas si consiguen innovar”.
No es por tanto casualidad, sino causalidad, que los países líderes en inversión en I+D+i son aquellos que cuentan con mayor riqueza distribuida en su población (mayor PIB per cápita), tal es el caso de Suecia, Finlandia, Dinamarca, Suiza, Alemania o Estados Unidos. Cabe destacar un denominador común que comparten estas naciones: la inversión privada en I+D+i supera en más del doble a la inversión pública. Esto evidencia una correlación directa entre la inversión privada en I+D+i y el crecimiento económico. En este sentido, es fundamental el impulso que supone la creación de nuevas startups con vocación innovadora, ámbito en el que España se está convirtiendo paulatinamente en un mercado de referencia, con un desarrollo constante en su actividad emprendedora: en lo que va de año el número de startups registradas en España ha crecido un 26% respecto a 2014, sumando ya un tejido empresarial de 2.551 compañías.
No obstante lo anterior, los indicadores de la evolución reciente de la inversión en I+D+i en España no arrojan cifras del todo positivas. La inversión en I+D+i en España (un 1,24% del PIB) está lejos de los niveles invertidos en los países más innovadores (que superan el 3,0% del PIB) y de la media europea (2,02% del PIB). Y es que la inversión en España ha venido cayendo significativamente durante el periodo 2008-2014. Las crisis financieras resienten habitualmente los planes de inversión en I+D+i, si bien hay que tener en cuenta que aquellos países cuyo modelo económico está más ligado a la investigación se muestran más resistentes ante los efectos de una crisis económica. Es por ello que existen excepciones positivas: Alemania aprobó un paquete de recortes en 2010 por más de 80.000 millones de euros, pero se incrementaron los presupuestos en investigación y educación.
A nivel microeconómico la relación inversión en I+D+i y crecimiento no es tan directa como en el escenario macroeconómico, ya que depende de factores individuales de cada empresa, proyecto, así como de una correcta gestión económica. No obstante, invertir en innovación debe ser rentable para la empresa, con una tasa de retorno que supera generalmente a la inversión convencional. La inversión en I+D+i tiene una influencia positiva en la productividad, diversificación, eficiencia, disminuye costos, facilita el acceso a nuevos mercados y no hay que olvidar que cuenta con un beneficioso tratamiento fiscal. Es de agradecer por tanto el mencionado florecimiento en España de ese amplio número de startups innovadoras, precisamente ahora, atreviéndose a plantar cara a un periodo de inestabilidad económica. Este nuevo tejido empresarial permite mirar al futuro con optimismo, generando la esperanza de que España deje de sustentar su economía en los sectores servicios, construcción y turismo, pasando a convertirse en un país productor y exportador de bienes y servicios de valor añadido. Esto nos hará sin duda más resistentes ante futuras recesiones económicas.
Texto: Juan Alberto Sánchez Torres, Director en Altium Capital.