Son muchas las ocasiones en las que hemos escuchado la frase ‘no hay inversión más rentable que apostar por actividades de I+D+i’ como un concepto genérico aceptado y extendido; sin embargo, el mismo engloba en su conjunto mucho más que el propio sentido de la afirmación a primera vista.
Y es que la innovación es el único camino que garantiza el éxito y la viabilidad de un proyecto empresarial a largo plazo, más aún cuando vivimos en una sociedad de cambios frenéticos y en donde los consumidores se han convertido en el agente activo por excelencia. Hace sólo unos años, las empresas lanzaban productos y esperaban a comprobar la demanda del mismo, siendo el cliente un mero verificador del éxito o no de la actuación comercial. En la actualidad, el no ser proactivo con el entorno conlleva irremediablemente a desembocar en tasas de fracaso elevadas incluso cuando un producto es bueno; es decir, el nuevo lanzamiento debe aportar un valor añadido al consumidor tan perceptible que haga que el producto sea “comprable” al entender que cubre alguna de sus necesidades, siendo uno de los factores más importantes -pero que en numerosas ocasiones se pasa por alto- que tiene que cubrir las expectativas de sabor, color, olor y textura, para que el cliente no sólo compre, sino que repita.
Así, podemos decir que el éxito de un producto, en el que se invierten grandes recursos y horas de innovación, radica en su venta final, en el feed back y valor agregado y percibido en el mercado, convirtiéndose éste en el activo de mayor rentabilidad posible en todo este proceso.
Sin embargo, en el camino dentro de esa apuesta por la I+D+i, nos podemos encontrar con diferentes instrumentos que permiten, en primer término, adicionar aún más valor y hacer más rentable y atractiva la venta de un nuevo desarrollo:
- Existen organismos que financian e incluso subvencionan parcialmente, el desarrollo de actividades de I+D, de forma flexible y con disposiciones anticipadas, antes de que la empresa comience a invertir en más recursos propios.
- Ahorro fiscal considerable: la fiscalidad es otro de los aspectos importantes a tener presente a la hora de desarrollar este tipo de actividades, puesto que aquellos gastos invertidos en proyectos de I+D+i internos, pueden ser deducibles.
En Sigma Biotech, hemos conseguido diseñar y desarrollar más de 100 nuevos productos para que nuestros clientes pudieran lanzarlos al mercado y ponerlos a disposición del consumidor final; llevar a cabo más 45 soluciones tecnológicas de producto o proceso así como más de 45 estudios de vida útil de nuevas referencias; todas estas actividades de I+D+i han supuesto a nuestros clientes un retorno globalizado de más de 9 millones de euros en recursos financieros reembolsables, 1,5 millones de euros a fondo perdido y casi 5 millones de euros en ahorro fiscal, lo que vislumbra la importancia de contar con instrumentos satélite a la propia innovación en sí y rodearse de las mejores herramientas para maximizar la rentabilidad en el plano innovador.
En definitiva, no hay duda del valor económico agregado con la realización de este tipo de actividades, así como del retorno que la sociedad obtiene con cada euro invertido en dichas tareas siendo, por tanto, la mejor inversión que pueden acometer las empresas con objeto de no sólo no perder competitividad, sino de consolidar marcas y de mostrar al mundo su capacidad de invención.