Los platos precocinados son ya una realidad y, también, son parte del futuro que nos espera a la humanidad como consumidores. Cada vez más el estilo de vida se está tornando frenético, el tiempo se aprecia más escaso, por lo que la inversión de tiempo que requiera la preparación de cada producto será decisiva durante el proceso de compra, tanto o más que el propio valor nutricional del mismo.
Esto impulsa a la necesidad de soluciones rápidas, frescas, nutritivas y personalizables, todo ello bajo un correcto formato. No hay que confundir la importancia destinada a la rapidez en su elaboración en casa con su elaboración en fábrica, ya que los reclamos de “elaborado lentamente” son mejor percibidos por el consumidor. Esta tendencia se refiere sólo al tiempo de preparación para su consumo. Saber llegar a los hábitos de consumo del cliente, mantener el aporte nutricional y permitir una rápida elaboración, serán claves de futuro en este 2017 y años venideros.
El listado de productos procesados que abarcan la IV y V gama está aumentando exponencialmente en los frigoríficos y estantes de los supermercados, creando una auténtica revolución en la industria agroalimentaria y explotando al máximo la capacidad creativa e innovadora de las empresas.
La diferencia entre la IV y V gama reside en si han recibido tratamientos térmicos para mejorar su conservación y mantener su calidad. En el caso de los productos de IV gama, estos son simplemente lavados, pelados, cortados y con algún tratamiento que mantenga su vida útil de entre 7 a 15 días, mientras que los productos de V gama reciben tratamiento térmico de pasteurización (u otro de conservación) que le otorga una vida útil preservando su calidad de 2 a 6 meses, como mínimo. En el caso de la V gama, vienen listos para consumir, tras un calentamiento previo, siendo productos muy cómodos, prácticos y, sobre todo, de buena calidad.
En el pasado, estos productos eran percibidos como muy tratados, con un alto contenido en conservantes, sin embargo, la realidad distaba de esa concepción. Y es que, en realidad, son productos bastante naturales, sanos y frescos, conservando sus características organolépticas y nutricionales originales.
Pese a todos los beneficios que otorgan estos platos precocinados, las empresas se encuentran con algunos inconvenientes en su comercialización. Sus primeros esfuerzos han estado enfocados en preservar la calidad de los productos, sin embargo, la vida útil de estos se ha visto muy reducida. Por ello, su distribución de ciclo corto mantiene en constante rotación las estanterías, pero esto supone elevados costes que reducen el margen de las empresas.
Principalmente, las verduras limpias listas para ser cocinadas, frutas y ensaladas troceadas, son las más perjudicadas por el deterioro en su apariencia una vez que son procesadas. Conservar en frio, envasar al vacío y lavar, son técnicas que están usando aún con buenos resultados en la calidad de sus productos, pero que limitan bastante en el tiempo la conservación de su apariencia y vida útil.
Desde Sigma Biotech, somos conscientes de este problema que tanto perjudica a las empresas; por ello, hemos desarrollado diferentes procedimientos adaptados a frutas y verduras con el objetivo de retrasar el pardeamiento propio de estos productos una vez cortados (berenjena, calabacín, calabaza, lechuga, aguacate, manzana, etc), retardando así la aparición de la polifenoloxidasa, enzima tetramérica que hace que este tipo de productos se pardeen. Estos tratamientos, adaptables a diferentes productos, no perjudican a sus características organolépticas y nutricionales, permitiendo a las empresas:
- Incrementar la vida útil de los productos.
- Mejorar la durabilidad de su apariencia.
- Menor generación de residuos.
- Abaratar costes.