Globalizar las culturas culinarias, reducir los desperdicios y consumir alimentos ‘healthy’ que contengan grandes fuentes de nutrientes son conceptos que están de moda en el mercado. Y la naturaleza está llena de insectos, en muchos países parte fundamental de la dieta y cada vez más asentados en occidente.
La legislación suele ir por detrás de la iniciativa privada en temas alimentarios, especialmente en los culturalmente controvertidos. Europa dejó en manos de los países la regulación de la producción y comercialización de este tipo de alimentos siendo Bélgica el primer país en hacerlo en 2014, seguida de Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Francia y Suiza. España ha esperado a la regulación europea de 2018 para dar el paso y ya cuenta con varios productores de harina de grillo, entre otros.
En 2013, la Organización para Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas publicó un estudio donde señalaba que comer grillos, gusanos de harina o larvas de moscas soldado negro, podía solucionar el problema de suministro de comida sin generar problemas medioambientales. Sin duda un planteamiento idílico para el futuro, recogido por los emprendedores más osados para implementarlo con diferentes estrategias.
Producción de insectos para el consumo humano
Se comenzó por la producción de ingredientes a partir de insectos para consumo humano. Muchas empresas, que ya criaban insectos para el consumo animal, llevaban tiempo insistiendo en el potencial de ese alimento para los humanos. En ese contexto, Entomo Farms, creada en 2014 en Canadá, rediseño por completo el proceso productivo para asegurar la salubridad en el consumo humano de grillos criados en libertad a la vez que optimizaba los costes. Otra empresa francesa de nombre similar, Entomo Farm, creada también en 2014, logró una financiación de 3 millones de euros mediante el crowdfunding a finales del 2017 para producir instalaciones que faciliten la producción de los criadores.
Productos a partir de la harina o polvo de insectos
Chapul, en 2012, fue la pionera en ofrecer harina de grillo y barritas de elaboradas con esa harina. Lanzada con una campaña de Kickstarter, consiguió llegar al gran público con una aparición estelar en el programa Shark Tank y consiguió 50.000$ de Mark Cuban, inversor en la NBA y la industria del cine que apostó por esta innovación alimentaria. Le siguieron otras, entre las que destaca Exoprotein en 2013, que produce las mismas barritas. Chapul, en sucesivas rondas de financiación, ha logrado más de 5 Millones de dólares desde que comenzó con 1.200 ‘backers’ su campaña de lanzamiento en Kickstarter. Accel Foods, especializada en apoyar nuevas marcas de alimentación, es uno de sus inversores. Desde entonces, son muchas las empresas que apuestan por remediar el rechazo que supone ver los insectos utilizando la harina proteica para producir barritas, polvos para batidos, pastas, tortilla chips, bollería, pan…. En España Insectfit, tras la entrada en vigor de la nueva legislación en Enero de 2018, ha sido la primera empresa en presentar su barrita de harina de grillo, apoyada en su salida al mercado por Lanzadera, la incubadora de empresas de Mercadona.
Productos donde los insectos son claramente visibles
Otras empresas se atreven a proponer consumir insectos asados como snacks. Entre ellos Jimini’s, creada en 2012 Francia, consiguió ser finalista de un programa de aceleración de Pepsico en 2017. O Aketta creada en 2016 en US. La mayoría de las start ups que quieren que comamos insectos nacieron vía crowdfunding. Por la singularidad de su producción, han tenido facilidad para conseguir notoriedad en medios, despertando asimismo el interés de las aceleradoras de las grandes fortunas, como IKEA, Mercadona o Pepsico. Ha sido necesario, claro, el apoyo de grandes inversores convencidos de que formarán parte de la alimentación de futuro. Los riesgos son altos y la velocidad de crecimiento es una incógnita.
Los volúmenes de producción y venta son bajos a día de hoy, pero el número de empresas nuevas crece continuamente y los departamentos de comunicación tratan de cambiar la cultura alimentaria occidental, incluyendo insectos en la dieta: un producto healthy, colmado de nutrientes y beneficios metabólicos, respetuoso con el medioambiente, barato de producir y que apenas genera desechos.