Las actividades de I+D+i, como cualquier otra función empresarial, son susceptibles de experimentar procesos de externalización. El desarrollo de proyectos de I+D+i es hoy una necesidad en todos los sectores, entre ellos en la industria agroalimentaria y cosmética donde las nuevas tendencias de consumo y las crecientes exigencias por parte de cada uno de los eslabones de la cadena, hacen de estos proyectos las únicas herramientas posibles para lograr la tan ansiada competitividad, así como la diferenciación frente a la competencia.
Sin embargo, los factores que normalmente son evaluados a la hora de emprender procesos de outsourcing (especialización, riesgo, costes, etc.), incorporan matices importantes en el caso de la función de I+D+i, ya que en muchos casos es costoso; por ello, contar con el equipo de Sigma Biotech supone contar con todos los recursos necesarios para innovar, bajo la seguridad de trabajar con unos cronogramas establecidos, reducir costes, mejorar el time to market e incrementar la capacidad de talento/expertise y de innovación abierta.
La principal motivación para externalizar esta función es la minimización de la incertidumbre científico-tecnológica a través de la aplicación de recursos altamente especializados. Las actividades de I+D+i se llevan a cabo en un entorno cada vez más complejo que requiere de la combinación de un conjunto muy amplio de tecnologías, competencias y know-how, haciendo muy difícil que las empresas dispongan internamente de dichos recursos. Por ello, optar por la externalización es un aval que otorga fiabilidad al proyecto, resolviendo problemas que preocupan al sector, y que sin empresas como Sigma Biotech, muchos de ellos se verían abocados al olvido por falta de tiempo, de personal especializado que determine su eficacia y se incurriría en costes muy elevados para las compañías, siendo en muchos casos prácticamente inasumibles.
Por otra parte, es habitual que las empresas asocien el proceso de externalización de la función de I+D con un riesgo de pérdida de control sobre los resultados de la misma; sin embargo, Sigma Biotech cede el conocimiento generado a lo largo del desarrollo de los proyectos a las empresas que contratan los mismos, minimizando así el riesgo de este elemento crítico para las industrias.
A pesar de que el factor coste no debe ser el elemento determinante para decidir externalizar la I+D+i, resulta significativo que para un elevado porcentaje de empresas este factor represente la principal barrera para llevar a cabo actividades innovadoras. Es por ello que, una vez que la empresa ha determinado cuáles son las líneas técnicas relevantes, Sigma Biotech tiene la capacidad de confeccionar “trajes a medida” adaptados a sus necesidades e intereses reales, con el objeto de que a futuro valoren la apuesta por la I+D+i como una inversión muy rentable que genera valor añadido y no como un gasto. (Marta González)
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